Palabras de río

A quienes formamos parte del equipo de Práctica Docente I del IFDC de Río Colorado, nos gusta comenzar a trabajar con los ingresantes sobre el sentido qué tiene y tuvo la escuela. Sucede que es primordial que los docentes valoremos nuestro trayecto por la institución. Ese momento, nos dejó huellas que son profundas en nuestra manera de ver las diferentes tareas que se presentan.

“La escuela es como un refugio” ha sido una de las muchas respuestas que hemos recibido a lo largo de más de ocho años acompañando a estudiantes de diferentes profesorados en los inicios de su formación. Estas historias reflejan cómo la escuela deja una huella profunda, al presentarse como un espacio de acogida, bienvenida que trasciende lo meramente pedagógico. La escuela es una institución en la que sus sentidos se desbordan, ofreciendo miradas que permiten contener las situaciones más siniestras que una persona puede atravesar. Es, además, un lugar de encuentro, donde compartimos momentos o jornadas que van más allá de lo estrictamente educativo.

          En ocasiones, las clases se tornan dramáticas cuando aparecen historias donde la escuela, a través de sus agentes, se encargan de disciplinar el cuerpo, la mirada, la mente. Y es allí, donde se hace mención de todo tipo de castigos como arrodillarse en maíz, rincones del aburrido, golpes, pellizcos o palabras de las más degradantes. Hacer un análisis hoy de esto, es necesario, para desarticular el poder que tenían los docentes en ese momento. Las familias tenían una “confianza” en la escuela al nivel que no iba a cuestionar esos métodos. Hoy en día, ese análisis lo tenemos bastante claro, las instituciones pueden ser cuestionadas con el fin de modificar sus maneras de ejercer el poder. La relación escuela-familia hoy se construye desde una mirada del respeto de los derechos y la búsqueda de la inclusión para albergar las disidencias de lo hegemónico establecido.

          En el desarrollo de estas ideas, suele darse un choque generacional entre la escuela que fue y la que en la actualidad intenta ser. Es primordial poder dar el espacio para intercambios y poner en palabras aquella escuela que era una institución tan presente y “efectiva” en su función pedagógica como moralizante, como la escuela de la actualidad que intenta despejarse de lo moralizante para llegar a una pedagogía más reflexiva sobre el lugar que ocupa cada actor social que la habita.

Lo cierto es que, como docentes en formación, los intercambios son fundamentales para construir una perspectiva sobre cómo debería ser el rol del docente en la escuela actual. Poder darnos el espacio para reflexionar sobre nuestro recorrido y evitar reproducir las injusticias que hemos vivido. Desde este posicionamiento, es importante las palabras de aquella estudiante, que nombra a la escuela como refugio, debido a lo significativo que es en la actualidad. Una escuela que cuida, acompaña y sostiene. Este año, la doctora Carina Kaplan retomó esta idea en una de sus conferencias, destacando el concepto de una escuela que sostiene. Posteriormente, se publicó un hermoso libro, enriquecedor, lleno de perspectivas y debates que nos inspiran y brindan herramientas para enfrentar la tarea de enseñar. Es fundamental ofrecer a los y las estudiantes la posibilidad de expresar sus significados sobre la escuela, ya que sus palabras, cargadas de sentidos pedagógicos y profundos, serán un recurso valioso que los acompañará en esta labor tan desafiante como gratificante.